Vivimos en una cultura de velocidad y estrés. Desgraciadamente, esto ha destruido nuestra tranquilidad y nos ha dejado apurando de una tarea a otra, plagados de ansiedad, y operando en un modo de estrés crónico. Sin embargo, Cristo tiene algo mejor para nosotros. Un camino de paz. Un camino espiritual que cultiva la tranquilidad en un mundo loco.