Devocionario Semanal - 1 Corintios 1:1-2

"1 Así me sucedió a mí, hermanos y hermanas. Cuando fui a vosotros, no fui con elocuencia ni sabiduría humana al anunciaros el testimonio acerca de Dios. 2 Porque resolví no saber nada mientras estuve con ustedes, excepto a Jesucristo y a éste crucificado." - 1 Corintios 1:1-2 (NVI)

La Escritura anterior me recordó una cita de Jurgen Moltmann en su famoso libro El Dios crucificado. Decía: "¿Qué Dios motiva la fe cristiana: el Dios crucificado o los dioses de la religión, la raza y la clase?". En otras palabras, ¿quién dirige el espectáculo? Para Pablo, él se orientaba al Dios revelado en Cristo en la cruz con todo lo que eso dice sobre nosotros, el pecado, el amor, el perdón, el Padre, Jesús y el fin último de todas las cosas. No quería desviarse demasiado hacia una teología de la gloria, la resurrección y la victoria en la que la realidad de la cruz, el pecado, la muerte y la pérdida quedaran completamente eclipsadas. La cruz fue capaz de centrar y orientar a Pablo en un mundo en el que es tan fácil caer en la desorientación.

Es interesante que Moltmann no preguntara: "¿Qué Dios motiva al mundo?". O "¿Qué Dios motiva la cultura circundante?". Preguntó: "¿Qué Dios motiva la fe cristiana? Sin darnos cuenta, nos deslizamos fácilmente hacia la lengua materna de la cultura en general. Nos obsesionamos con hablar como hablan los demás. Empezamos a extraer nuestra identidad, nuestra comprensión de la humanidad, del pecado, etc., no del Crucificado, sino de cosas parecidas a las que alude Moltmann. Identidades raciales, identidades de clase, identidades religiosas, identidades de consumo, identidades políticas, identidades de género, etcétera. Seguimos yendo a la iglesia, puede que incluso sigamos dirigiendo pequeños grupos o sirviendo externamente, pero hemos dejado atrás al crucificado. La cruz está en nuestro retrovisor.

Al comenzar el tiempo de Cuaresma, volvamos a centrarnos en el crucificado.